La simbología de Rabaa el-Adawiya, famosa mezquita cairota, va mucho más allá de una simple reivindicación ciudadana pues es entendida por dos vertientes: la favorable hecha por los partidarios de los Hermanos Musulmanes como símbolo de la lucha contra lo que creían un Golpe de Estado y la opuesta hecha por todos los contrarios a esa idea que no solo tenían que sufrir, directa o indirectamente, el asentamiento sino que argumentaban que ese campamento tenía otros fines menos reivindicativos.
Rabaa, como Nahda, fue noticia desde el primer momento porque allí, además de ciudadanos más moderados, se reunía la plana mayor de la madre del terrorismo islamista actual disfrazada de ONG; desde el escenario montado enfrente de la mezquita los líderes de la hermandad lanzaban proclamas de jihad, de lucha armada, llamaban a los mártires a filas, usaban a mujeres y niños para continuar con su lucha y contaban con ciertos medios de comunicación para contar su mentira al mundo; mentira, por lo general, con buena acogida por la prensa internacional, principalmente norteamericana y europea.
Como ya he contado alguna vez la creación de la hermandad musulmana tuvo como uno de sus primeros objetivos la expulsión del suelo egipcio de franceses y, principalmente, de ingleses asentados a lo largo del Canal de Suez porque sus modos de vida no correspondían, según su credo, con los de un Estado islámico. A finales de la década de los 40, después de los tratos del Mufti de Jerusalem, miembro de los HHMM, con Hitler el odio de los ya terroristas, se centró en Israel y en EE.UU., su principal socio en el mundo.
Rabaa en Israel. |
De ahí que mirando la historia y la hoja de servicios de los Hermanos Musulmanes sorprende que en la municipalidad de al-Quds (Jerusalem), y a propuesta de la Asociación de Egipcios en Israel, se haya dado el nombre de una calle a un campamento ilegal levantado por cientos y cientos de personas que -abiertamente o no- con la excusa de una movilización pacífica en favor de la restitución de Mohamed Morsi como presidente de Egipto no solo se han manifestado sino que dentro de su campamento se ha traficado con armas, se han ejecutado, se han quemado y se han mutilado seres humanos. Un campamento que ha sido el emblema de la sinrazón islamista pero que ha conseguido que su nombre aparezca en una avenida de una ciudad de su principal enemigo reconocido. Una sinrazón que no atiende a la revindicación de un territorio o de una cultura maltratada, apisonada o arrinconada sino que su fin es imponerse a todas las sociedades, a todas las culturas y a todas las religiones hasta que el Qur'an pueda leerse en las cimas de todas las montañas del mundo.
Nos enteraremos o no nos enteraremos pero el despropósito de la concesión de esta calle a un símbolo del terrorismo internacional posiblemente provoque enfrentamientos gratuitos que, a su vez, podrían devenir en la pérdida de vidas humanas. No aprendemos.